domingo, 27 de agosto de 2023

Nuestro planeta Tierra, nuestro mundo de Sonia Ehlers

Silvia Quezada. La poesía del siglo XXI rara vez se escribe con métrica. El verso libre, como todos sabemos, se implantó a partir del Romanticismo, aquella etapa en la cual se soltaron todas las ataduras, cual si fueran listones azules que buscaban la libertad absoluta; solo los amantes del clásico siguieron la vereda segura. Los cultivadores de las líneas de once sílabas, es decir, de los endecasílabos, continuaron trabajando seguros de su arte mayor. El oficio del poeta clásico tiene mucho de la orfebrería. Son pocos los oficiantes, como Sonia Ehlers, una escritora panameña quien se propuso escribir un libro con endecasílabos, componer dieciséis poemas siguiendo ese metro, sin descuidar el número de sílabas en ningún momento. Su aliento prefiere los poemas de quince versos, o de diecisiete y no busca que un verso rime con otro. Ella sabe que la música, es decir, el sonido, es su principal aliada: junta en un solo sonido varias vocales, buscando las sinalefas que le ayuden a convertir doce sílabas en once si une las vocales última de una palabra y primera de otra. Parece sencillo, pero todo es cuestión de práctica. En el título del libro: Nuestro planeta Tierra, nuestro mundo, estamos ante un verso sáfico pleno, cuya acentuación natural se encuentra en las sílabas 2,4,6,8, y 10. Los dieciséis poemas que conforman el libro pueden leerse como un largo poema, o si se desea, por separado, pero en todos ellos se encuentra la naturaleza viva, la imagen de la devastación latente, es decir, la muerte. El poema se va construyendo con cada línea, como un árbol con diversos niveles de crecimiento, de la raíz a la albura del cielo. En estas composiciones poéticas no hay combinaciones de rimas, ni tampoco de tipos de versos, no se trata de una octava real, ni de una lira, o un soneto. Porque la rima es A,B,C,D, E…y así hasta la letra diecisiete del alfabeto, porque rara vez tiene otro verso que repita su terminación; así que el lector va creciendo el tono con cada verso, sin que ninguno de despeñe. Quizá el poema que pueda ejemplificar mejor esta forma de escribir sea el número XI: Pusiste las semillas en mi mano, tendré treinta árboles desde temprano. Desde lo alto de todas mis ventanas admiraré copas y brillantez. Sobre ellas anidarán carpinteros, desfilarán hormigas, subirán iguanas y las cubrirán de musgo. Atraerán las lluvias torrenciales, llenarán los caudales de mis ríos. Torrentes lavarán sendas raíces. Saldrán buscando la luz que da vida. Se asirán a las rocas en su paso. Rocas dando tumbos con la corriente cargan raíces y árboles vencidos esperando que pase el temporal, para desafiar a la gravedad. Veamos los versos perfectos de Sonia Ehlers para sentir el ritmo: Pu-sis-te-las-se-mi-llas-en-mi-ma-no 2, 6, 10 verso heroico puro Des-de-loal-to-de-to-das-mis-ven-ta-nas 1, 3, 6, 10. verso melódico corto des-fi-la-rán-hor-mi-gas-su-bi-rán 4, 6, 10 verso horaciano a-tra-e-rán-las-llu-vias-to-rren-cia-les 4, 6, 10. verso horaciano lle-na-rán-los-cau-da-les-de-mis-rí-os 3, 6, 10 verso melódico puro sea-si-rán-a-las-ro-cas-en-su-pa-so 3, 6, 10 verso melódico puro car-gan-ra-í-ces-yár-bo-les-ven-ci-dos 1, 4, 6, 10 verso sáfico corto es-pe-ran-do-que-pa-seel-tem-po-ral 3, 6, 10 verso melódico p. Ehlers, Sonia. Nuestro planeta Tierra, nuestro mundo.Panamá: Modus Ludicus 2023. La naturaleza presenta las semillas, los árboles, las copas, los pájaros carpinteros, las hormigas e iguanas, el musgo y las lluvias torrenciales, los caudales y los ríos, las raíces y rocas. Es el mundo vegetal y mineral, contrapuesto a la pequeñez del hombre, apenas representado por una mano y una ventana. El ritmo del poema está por supuesto en los acentos, pero también en el poder de las consonantes, hay que observar la presencia del sonido t y el sonido r, que al repetirse truena y desmorona la roca. Sonia Ehlers había escrito haikus antes de emprender la escritura de estos dieciséis poemas, declara con ellos su amor y gratitud a la tierra, al verdor y al paisaje natural, al vergel habitado que la colma y quisiera cubrirá sus huesos en el mañana, tal como lo ha hecho con su linaje. El ejercicio poético se suma a una obra narrativa y ensayística continua marcada por la reflexión en torno a los asuntos familiares, comunales y patrióticos.

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