lunes, 3 de julio de 2023

LA ESCRITURA FEMENINA EN GUADALAJARA SUS ALCANCES Y SUS RETOS

Silvia Quezada. Guadalajara es una ciudad literaria. Quienes se interesan por las Letras encuentran opciones de acuerdo con sus intereses particulares: si desean cursar una carrera profesional la universidad ofrece un programa de estudios hispánicos a cubrirse en cinco años y otro de escritura creativa a cursar en ocho semestres; si la pretensión es cursar un diplomado, éste se encuentra en la escuela de escritores; pueden considerarse además a los talleres de creación que se imparten en algunos centros gubernamentales o independientes. La Universidad de Guadalajara, la Escuela de Escritores SOGEM, y Cadelem Guadalajara, son algunos de los sitios para ejercitarse en la escritura. La producción literaria en la ciudad es abundante. Aunque no proponemos aquí un conteo formal, podemos considerar una docena de editoriales en la zona metropolitana. Si discurrimos además que, de acuerdo con el INEGI, la población de la zona metropolitana en 2020 fue de poco más de cinco millones de habitantes, identificar a unos 500 escritores vivos, es significativo, sobre todo si el parámetro es que este medio millar cuente con por lo menos un libro publicado. Eso en cuestión de números. Si nos abocamos a los escenarios afines a la letra impresa, tenemos que pensar no sólo en los salones institucionales, sino considerar a varios cafés, bares y galerías, donde se ha diversificado la oferta: hoy en día es tan común hablar de una presentación en la librería “La Rueda”, como en la sala “Mariano Azuela”, o en Santa Cafeína, o la Sala del Centro Documental Carmen Balcells. 2. Las editoriales Podemos hablar de institucionales y de independientes. El gobierno estatal y los Ayuntamientos, así como El Colegio de Jalisco y las universidades proveen de un buen número de títulos anualmente. Los escritores desconocen adónde van a parar sus libros, su pago, invariablemente, ha sido del 10% del tiraje total. La Secretaría de Cultura otorga el porcentaje mencionado; el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes el 75% y el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias del Estado de Jalisco el 90%, ésta es por tanto, la única opción en realidad viable para los autores, ya que permite que el artista conserve algún incentivo por publicar. Las editoriales autónomas son bastante asequibles para el proceso editorial, aunque la distribución es su talón de Aquiles. En ocasiones pueden verse algunos de sus títulos en los museos de México, como los de editorial Arlequín o Mantis Editores, por ejemplo, sin que ocurra este hecho con otras como Acento, Amate, La casa del mago, Literalia, Petra, Prometeo o La Zonámbula, El gran problema de los escritores es la distribución de lo publicado. Aunque las novedades editoriales no cesan, los autores siguen difundiendo de mano en mano: entre los amigos, la prensa cultural y el público asistente a las presentaciones. La mayoría de los escritores se dedica al género poético. La antología Poesía viva de Jalisco, reunió a 102 vates, aunque no todos con un libro en su haber; la Antología de Cuento Breve, conjuntó los trabajos de 32 narradores locales, de entre 200 participantes. El Diccionario biobibliográfico de dramaturgos jaliscienses del siglo XX, de Alfredo Cerda, localizó a 111 profesionales del área, considerados los presentes y los ausentes. Estos trabajos permiten leer el abanico de propuestas novedosas o representativas del estado en la cuestión escritural en Guadalajara. 3. Los círculos literarios Un grupo literario es aquel que se reúne en torno a un interés común, regularmente de género: novelistas, cuentistas, ensayistas… Se promueve el intercambio de ideas y de oportunidades para dar a conocer los textos que se producen, luego de ser leídos por todos los integrantes y una vez que han recibido el visto bueno del líder. En la zona Metropolitana de Guadalajara, podríamos hablar de la existencia de grupos literarios donde la parte visible es la cabeza del grupo: Luis Armenta, Patricia Medina, Socorro Arce... Se comparten intereses comunes y hay por supuesto un espíritu de aprendizaje: los que tienen como génesis una casa de cultura; aquellos que huyen de la institucionalidad, reuniéndose en los cafés o en la casa de quien coordina. Los talleristas son personas interesadas en la divulgación y el arte. El interés común de los unidos por un taller es crecer, publicar, tener presencia física o libresca en ferias y certámenes. El apoyo mutuo surge de forma natural, se habla de las obra de los amigos, se difunde, apoya, recomienda con los críticos idóneos. En el discurso y en la práctica, se insertan obras en la programación de un taller que verbigracia, incluye a Borges, Bioy Casares, o Juan José Arreola, junto al lado de autores locales. La verdadera valoración la ajusta el tiempo. Entonces no vale nada haber sido un connotado autor de época. La conciencia de grupo como rasgo de identidad se nota cuando un libro procedente de un grupo literario va a ser presentado: el destinatario recibe correos electrónicos de por lo menos cuatro de los integrantes inmiscuidos. II. Las escritoras en Guadalajara 1. Las desconocidas pioneras Las primeras escritoras conocidas en Guadalajara fueron aquellas reunidas en torno a la revista Aurora Poética de Jalisco, publicada en 1851 y dirigida por Pablo Jesús Villaseñor. El editor, dice haber publicado los versos sin el consentimiento de sus autoras, rasgo que en aquellos años se puede interpretar como un gesto de protección: Ya entendemos que la modestia de nuestro bello secso (sic) se mortifica con estas publicaciones primeras en su clace (sic) en Guadalajara; pero si hay algo que perjudique a nuestras amables autoras, caigan sobre nosotros sus críticas. Las escritoras de la mitad del siglo XIX no daban siquiera sus iniciales, por pudor, por temor a ser juzgadas, quizá porque deseaban seguir siendo casaderas. En sus versos puede leerse un seguimiento de la tradición romántica, sin que podamos encontrar hasta ahora originalidad, condición primordial de los buenos escritores. Aunque los votos porque “el bello secso continúe pulsando la lira del poeta” no fueron muchos los nombres de las poetas o las narradoras las que se dieron a conocer en la época decimonónica: Isabel Prieto de Landázuri, Esther Tapia de Castellanos, Antonia Vallejo y Refugio Barragán de Toscano son los nombres más mencionados. El siglo XX en su primera mitad nos ha dado la obra de una gran poeta modernista, no divulgada en los manuales de literatura mexicana, Rebeca Uribe (1911-1949) asesinada en la Ciudad de México cuando trabajaba como secretaria de María Félix. Durante la segunda mitad surgió una narradora que en su momento, fue más admirada por su belleza que por su talento de corrosivo humor y crítica social, nos referimos a Guadalupe Dueñas (1920-2000), cuentista de Tiene la noche un árbol. Entre el nacimiento de Uribe y la muerte de Dueñas, se gestó en Guadalajara una gran camada de mujeres escritoras, movimiento que no tuvo repercusiones sino hasta los años cincuenta, cuando algunas de las escritoras mexicanas –aún no tapatías–publican en sellos españoles: El grupo de escritoras nacidas durante la siguiente década, la de 1940, aún tiene que romper con ciertos estigmas sociales a los cuales también se enfrentaron sus antecesoras; es decir, el México de los años cuarenta sigue conservando la idea de que la función propia de la mujer es ser ama de casa y madre de familia. Los primeros temas de escritura fueron los propios del mundo femenino de la época, tales como la maternidad, el amor, el intimismo, tal caso es el de Chayo Uriarte, poeta que fijó los cumpleaños de algunos de sus hijos o los aniversarios de boda en sus trabajos. Serán las escritoras nacidas en los años cuarenta quienes reciban el beneficio de la preparación universitaria y/o los talleres literarios, sitios desde los cuales podrán minimizar las cuestiones sociales: “En las letras de Jalisco hay una gran efervescencia: muchas narradoras, poetas, dramaturgas, cuentistas, cosa que no había, por ejemplo, en los ochenta o a finales de los setenta, cuando yo empecé mi carrera literaria […] Ahorita, en el diccionario que sacamos hace dos semanas, están consignadas 80 vivas, con un libro publicado. De ellas cuántas irán a quedar, quién sabe, pero era imposible hablar hace 20 años de 80 escritoras en Guadalajara”. La cita procede de una entrevista fechada en 2003, por lo que la nómina de autoras ha crecido en los últimos veinte años. 2. Las escritoras tapatías y sus alcances Es un hecho que el artista, además de crear, hoy en día debe buscar los canales para la publicación y la difusión de la obra: de sus alcances y relaciones surge la verdadera “publicación” del libro. El medio más adecuado para dar a conocer una obra son los certámenes literarios, sitios en los que juega un papel importante la honestidad, de esta cualidad depende la calidad surgida de la competencia. Muchos autores encauzan a partir de ahí la promoción de su escritura, pero otros siguen quedando en el anonimato, al no establecer canales efectivos de promoción, vía agentes literarios o contactos editoriales. Martha Cerda, narradora nacida en Guadalajara en 1945 ha sabido desarrollar una incesante actividad como promotora cultural, fundó el Centro Guadalajara del PEN Internacional en 1994, así como la Escuela de Escritores de la SOGEM (Sociedad General de Escritores de México, 1988) razones que han contribuido sin duda a la divulgación de su obra en varios idiomas: francés, italiano, noruego, griego. Martha Cerda es narradora de tinte social en La Señora Rodríguez y otros mundos, el texto más traducido, la novelista recreadora de una época en México de Toda una vida y la dramaturga de Todos los pardos son gatos. Insertamos ahora un breve texto de Martha Cerda, un cuento mínimo llamado “Inventario” que puede orientarnos hacia sus maneras de escribir: Inventario Mi vecino tenía un gato imaginario. Todas las mañanas lo sacaba a calle, abría la puerta y le gritaba: “Anda, ve a hacer tus necesidades”. El gato se paseaba imaginariamente por el jardín y al cabo de un rato regresaba a la casa, donde le esperaba un tazón de leche. Bebía imaginariamente el líquido, se lamía los bigotes, se relamía una mano y luego otra y se echaba a dormir en el tapete de la entrada. De vez en cuando perseguía un ratón o se subía a lo alto de un árbol. Mi vecino se iba todo el día, pero cuando volvía a casa el gato ronroneaba y se le pegaba a las piernas imaginariamente. Mi vecino le acariciaba la cabeza y sonreía. El gato lo miraba con cierta ternura imaginaria y mi vecino se sentía acompañado. Me imagino que es negro (el gato), porque algunas personas se asustan cuando imaginan que lo ven pasar. Una vez el gato se perdió y mi vecino estuvo una semana buscándolo; cuanto gato atropellado veía se imaginaba que era el suyo, hasta que imaginó que lo encontraba y todo volvió a ser como antes, por un tiempo, el suficiente para que mi vecino se imaginara que el gato lo había arañado. Lo castigó dejándolo sin leche. Yo me imaginaba al gato maullando de hambre. Entonces lo llamé: “minino, minino”, y me imaginé que vino corriendo a mi casa. Desde ese día mi vecino no me habla, porque se imagina que yo me robé a su gato. Martha es de acuerdo con su currículo, la autora de mayores alcances internacionales, reconocida en México y en el extranjero. Dentro del género de la narrativa destaca por su calidad otro nombre, el de Guadalupe Ángeles, autora cuya producción ha traspasado fronteras vía la crítica especializada; Ángeles recibió el premio Rosario Castellanos por Devastación, (1999), pieza significativa de los alcances logrados cuando se entremezcla el discurso poético con el narrado. La novela es una profunda introspección al yo y un minucioso examen de conciencia en el campo de lo amoroso: "Hondo y tenaz un brillo me define", creo adivinar que ese brillo es la locura. Pero es posible que ésta también sea sólo una palabra, una de tantas que tomo irresponsablemente y adjudico sus poderes a mi desmesura; pero si nadie me detiene, si nace nuevamente el sol mañana, la tomaré otra vez y revisaré todos sus pliegues, la cubriré de sombras, le contaré la historia de mi olvido y quizá ella sonría y me diga tranquilamente que no es locura, que mis palabras son las otras, aquellas que un día descubriré no dicen nada, nada más que un gran desconsuelo, una melancolía más grande que mi vida y que nace en medio de otras vidas, las de aquellos que debieron amarme y sólo me dejaron aquí, olvidando que los minerales que mi raíz necesitaba eran su presencia, alguna voz, el abrazo que no podrá ya darse, porque somos tan pequeños, ciertamente mortales que quizá la palabra llanto como si se dijera aceite tibio, perfume de maderas sobre las sienes, es la palabra que debo decir antes o después de cualquier pregunta. La calidad de la prosa de Guadalupe Ángeles es reveladora del peso de las escritoras avecindadas en Guadalajara, quienes sin embargo, permanecen sin la distribución adecuada de sus libros, hecho que las confina al anonimato, no digamos internacional, sino nacional, si bien es cierto que ha escrito otros muchos libros y ha aparecido en diversas antologías que no la hacen del todo desconocida. Una prueba de fuego podría ser el papel que estas escritoras juegan en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara: Martha Cerda aparece como coordinadora de mesas redondas, de forma principal. La divulgación de su obra no ocurre en los grandes salones literarios, sino en la llamada Sala de Negocios; Guadalupe Ángeles surge entre un grupo de escritores que colectivamente dan a conocer sus trabajos o presenta a otros compañeros del ámbito nacional. Nuestras autoras son buenas escritoras. Vivir en Guadalajara impide que los horizontes crezcan, que las amistades se diversifiquen, que los encuentros en los lugares específicos fructifiquen. El mundillo literario sigue siendo capitalino a pesar de los podcast y la promoción en redes en general. Para las poetas se dibuja el mismo cielo. Los nombres de Patricia Medina (1947) y Carmen Villoro (1958), son sinónimos de una literatura de primer nivel. La poeta Patricia Medina ha experimentado un rol más activo y diversificado en el rubro de la escritura. Para Paula, ser reconocida por Enrique González Martínez y Arturo Rivas Sáinz fue necesaria aprobación, dado el periodo que le tocó para dar a conocer su obra, los años cincuenta. Para Patricia, heredera de aquel tiempo en que la mujer hubo de defender su postura artística ante las duras críticas del sexo opuesto, no es menester que la opinión de un escritor aparezca. A Medina la respalda, en primer término, su incesante trabajo en la Asociación de Autores de Occidente y la editorial Literalia, sitios desde donde ha desplegado una labor creativa y de apoyo a través de talleres literarios. De entre sus poemas, distinguimos a Azúcar limpio como una pieza unitaria donde en tono confesional se vislumbra la condición de la mujer latinoamericana, leamos dos fragmentos: 1 Se me duermen los dedos de los pies anticipados a lo que sigue aún despierto: el abrazo de un hombre las piernas trajineras mi colección de risas. Se me duermen por exceso de azúcar en la sangre esa roja dulzura que me mata esa fuga hacia Dios. 5 De algo me he de morir mientras me vive la salvación: amplificar la oreja para apagar naufragios rondar la silla que dormita mi madre abrir mi pluma cuando bajan los grillos. De algo que no sea sacar del pozo mi alma terrestre. De algo que no sea confirmar el error. De azúcar, pero limpio es buena causa. Obsérvense el adjetivo “trajineras”, dado a las piernas, que habrán de cargar lo que la mujer muestra al paseante; las frases hechas, localismos que le dan a la voz una personalidad continental: “De algo me he de morir”, “amplificar la oreja”. Los grillos, el pozo, ese mundo terreno del que no se ha desprendido la voz urbana. Aunque Medina ha sido traducida al francés, y parte de sus textos a otros idiomas, su trayectoria no ha encontrado aún el cauce con mayores aguas. Lo mismo ocurre al revisar la producción de Carmen Villoro, quien se distingue por el tono conversacional de la voz, la cotidianidad de las atmósferas ficcionadas, la sencillez del decir. Villoro ha particularizado su poesía por el autodescubrimiento, el ensayo de las voces y los sonidos sobre el papel: Manuscrito Las palabras que nunca llegaron a la última versión tal vez eran mejores. Tienen la gracia de las cosas perdidas: la puerta que no abrimos, el amor olvidado. Como flores disecadas los vocablos encerrados en círculos o aniquilados por un tachón violento florecen cuando es otro el que asoma a la intimidad del texto y descubre no el poema sino el alma de atrás: vacilaciones clandestinas, ocurrencias podadas en retoño. Esta mínima selección ha seguido una serie de parámetros que es necesario dilucidar: las autoras han conseguido por premios de prestigio, han escrito una buena cantidad de libros, su trabajo ha sido traducido por instituciones o editoriales acreditadas, son reconocidas por la comunidad literaria, aunque una charla más amplia nos invitaría a mencionar escritoras como Lucero Alanís, Silvia Eugenia Castillero, Guadalupe Morfín, plumas destacadas en Jalisco, con independencia de sus alcances editoriales. Al inicio de este texto hablamos sobre los sitios de creación, las editoriales y los cenáculos literarios. La reflexión final consiste en preguntarnos qué relación guardan estas escritoras con estos apartados. Martha Cerda y Patricia Medina son jefas de una escuela de escritores y de una asociación de autores, respectivamente. Ambas han estado involucradas con sus propias editoriales y por largo tiempo, han sido eje central de círculos literarios. Guadalupe Ángeles y Carmen Villoro han estado involucradas en talleres literarios, su influencia en el ámbito editorial es mínima. A modo de conclusión En el año 2017 realicé una investigación en torno al número de escritoras en Guadalajara: se detectó en el ámbito local a más de ochenta escritoras en activo. Fue un intento por fijar para la memoria el movimiento escritural femenino a principios del siglo XXI. La escasa distribución de las obras publicadas por estas escritoras genera una escasa divulgación, sin que esto implique que en el mapa continental no se distingan ya algunas de las plumas tapatías. El objetivo final de la investigación fue publicar un documento especializado, el Diccionario de Escritoras en Guadalajara , y al mismo tiempo, valorar la presencia de estas plumas en sus alcances internacionales a través de sus datos curriculares. Ese diccionario fue también una antología. Presentó un estudio introductorio y aborda a las mujeres de modo alfabético. Algunas amigas, allí consignadas ya fallecieron: Maria Casparius, Vivian Blumenthal. Ambas se fueron llevándose obra inédita, y la publicada, no sabemos si en el mañana habrá de apoyar el hecho de que Casparius fue la mejor representante del hai ku y en el caso de Vivian, si habrá de publicarse el 80% de su trabajo estrenado en teatros, pero no impreso. Más de treinta han aparecido en la escena escritural en los últimos cinco años. Quizá alguna de las ensayistas, como Dulce María Zúñiga o Elizabeth Vivero, aporte visiones críticas sobre el tema. Hasta ahora, la tradición y la formación de las llamadas generación Montpellier ( por la influencia de esa universidad francesa en las aproximaciones teóricas) han realizado aproximaciones que requieren de un tiempo mayor para entregar estudios a fondo, muchos profesores que en la actualidad ejercen la cátedra y la crítica, han cruzado el umbral de Montpellier y las lecturas comunes a las que se destina a sus alumnos son los libros de Baudelaire, Valéry, Gide, algunos ingleses, como Chesterton, o el irlandés Yeats. Estas y aquellas generaciones conocimos al dedillo a los mismos autores latinoamericanos: Carlos Fuentes, Macedonio Fernández, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, y al más influyente de los narradores, Jorge Luis Borges. Obligado es nombrar a las escritoras que han contribuido en la formación de las autoras vivas: Clarice Lispector, Margarita Duras, Elena Garro, Elena Poniatowska, por nombrar solo a las nacidas durante la vigésima centuria. Blibliografia: AURORA POÉTICA DE JALISCO. (1851). Colección de poesías líricas de jóvenes, editado por Pablo Jesús Villaseñor, publicado por J. Camarena, Guadalajara, p.17. VIVERO, E. (2006), “El oficio de escribir: La profesionalización de las escritoras mexicanas 1850-1980” en Revista de estudios de género La ventana, Número 24, Universidad de Guadalajara, 2006. p.191. MEDINA, P. “Prevalece el machismo en la cultura” en Gaceta Universitaria, 3 marzo 2003, p.25. ÁNGELES, Guadalupe. Devastación, fragmento del capítulo 1. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Chiapas, México, 1999. MEDINA, Patricia, Azúcar limpio (Sucre limpide), Ecrits des Forges, Mantis, 2002. VILLORO, Carmen, Obra negra, El cálamo, 2002. QUEZADA, Silvia, Diccionario de Escritoras en Guadalajara, Salto Mortal, 2017.

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